La senda sin los elefantes
En los años 40 del pasado siglo, las selvas y sabanas africanas eran el hogar de entre tres y cinco millones de elefantes. En la actualidad quedan unos 415.000. Cada año, son abatidos unos 20.000 elefantes y en los últimos 40 años, la población total de elefantes ha disminuido casi un 70%. Una masacre debida principalmente a la persecución y muerte de ejemplares para arrancarles sus colmillos de marfil, el codiciado oro blanco con el que los traficantes y mafias organizadas obtienen beneficios millonarios.
Antaño distribuidos por todo el continente, estos colosos terrestres viven ahora repartidos en áreas muy fragmentadas de 37 países de África, siendo Botswana, Angola, Malawi, Mozambique, Sudáfrica, Zambia y Zimbabue los que tienen poblaciones más estables y Camerún, República Centroafricana, Chad, República Democrática del Congo (RDC) y Guinea Ecuatorial los que albergan las poblaciones más amenazadas. La RDC y Nigeria son dos de los principales exportadores de marfil ilegal, tanto por servir de tránsito para otros países, como por albergar dos de los mercados domésticos más importantes del continente.
La RDC es una fuente importante de marfil que se exporta, en gran parte, a otros países africanos cercanos como Uganda, Kenia y Tanzania. Con una población de elefantes muy pequeña en su propio país, Nigeria raramente suministra marfil de sus poblaciones locales, pero con frecuencia funcionan como almacén y punto de salida del marfil hacia otros lugares, en especial para la exportación ilícita hacia Asia, principal mercado receptor del marfil, destacando China, Tailandia y Hong Kong como importadores más importantes.
El comercio mundial de marfil está prohibido desde 1989 por el CITES, Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, salvo algunas excepciones que permiten el comercio interafricano en ciertos países con excedentes de stocks autorizados antes de la moratoria. Sin embargo, el comercio ilegal de marfil sigue siendo el auténtico verdugo que está poniendo en jaque a las poblaciones de elefantes. Ya sean colmillos en bruto o manufacturados en miles de piezas distintas (collares, brazaletes, figuritas, anillos) el elefante africano está condenado a desaparecer de muchos países africanos.
Pero cada vez más naciones del mundo se están comprometiendo a luchar contra el tráfico ilegal de marfil, realizando controles estrictos en las aduanas, vigilando el comercio interior y aplicando medidas ejemplares como la imposición de duras penas para los traficantes, la destrucción de marfil incautado y una mejora de la coordinación internacional en la persecución de este delito.
Los elefantes tardan 22 meses en nacer, pero mueren en el segundo que se tarda en apretar el gatillo. Desde WWF vamos a seguir luchando contra el tráfico de especies y especialmente contra la lacra del tráfico del codiciado marfil, para devolver de nuevo la senda a los elefantes.
Tú también puedes unirte a la lucha para salvar a los elefantes. ¡FIRMA CONTRA EL TRÁFICO DE ESPECIES!
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